Esta noche déjame contemplarte,
cuando para mí te desnudes,
quiero devorar con mi mirada
cada palmo de tu piel, pero sin prisa,
ofréceme tu pasión y tu cuerpo,
todo frenesí, calor y fragancia,
manantial de amor y deseos,
precioso momento por mí soñado,
eres voluptuoso y extenso follaje,
por el que me adentro y me pierdo.
Y ese placer que tú me provocas, que se
agita en mí como un mar enfurecido,
turbando mi mente y mi alma,
quemándome la piel de mi vientre,
haciéndome temblar de excitación y delirio.
Me castigas dulcemente, haciéndome
gozar hasta la extenuación y lo infinito,
sintiendo como tu cuerpo de amazona
galopa impetuoso sobre el mío.
Colmando tus entrañas de dureza encendida,
con la misma fuerza de un vendaval,
y en mitad de un álgido trance, entre jadeos,
me imploras que te llene de mí, más y más.
Y yo, pidiéndote tus besos de fuego,
apretándote entre mis brazos,
sintiendo el calor de tus senos,
rozándome con tu cuerpo excitado.
Y dejo que tu boca vaya donde quiera,
dejándola a su libre albeldrío,
dándole libertad a tus labios,
déjame que libe sus comisuras
y la miel de tu saliva,
hasta embriagarme de placer
con su dulzor y su encanto.